¿Lo has sentido alguna vez? esa sensación, por la que necesitas llorar, no tienes razones o eso crees, pero cuando empiezas, nada te para. De repente estas bien, y a la mínima, has vuelto a caer. Haces una montaña de un grano de arena. No le ves sentido a nada, y lo poco que ves lo ves oscuro. Sientes una tormenta en ti, sientes esa presión en el pecho, la misma que te atormento en otros tiempos. Ya no eres feliz, sin saber porque, has vuelto a caer, no tenías razones, no había motivos, ya no había piedras, o eso creías, pero no siempre quitamos las piedras a nuestro paso, a veces simplemente las esquivamos pero nos olvidamos que quitarlas para no volver a tropezar, hasta que vuelven, siempre vuelven, y hacen que la caída sea aun más fuerte.
Aun así, hay veces que no hay motivos, ni piedras, ni nada, simplemente lo necesitamos, necesitamos llorar, llorar no es malo, mientras no se haga en abundancia. Pero a veces lo necesitamos, aunque para ello tengamos que poner la canción más triste y escucharla mil veces hasta que por fin caiga una lagrima, y una tras otra… Hasta que decidamos parar, y no por eso estamos mejor, simplemente nos hemos liberado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario