Están las que viven al borde. En todos los sentidos: en el piso más alto o más bajo, ama u odia. Rascan el límite siempre, pero si hay algo de lo que no se las puede acusar, es… de que no le guste vivir. Hay de todo en su vida ¡y de sobra! Si uno tiene humor, lo surfea con alegría y aliviana el dramatismo. El tema es que los otros nos soporten. Otra opción: buscarse alguien que comparta el mismo sentido del humor y del amor.
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